Cuando vi a Kathy Bates con un precioso vestido de noche hecho con film de cocina, no lo entendí, tampoco entendí que su marido se pusiera echo una furia y pensara que estaba ridícula porque la pobre mujer se había confeccionado un precioso vestido con flores y volantes e incluso un tocado y había conseguido que no se le viera un centímetro de carne bajo el film. Yo era muy pequeña cuando vi Tomates Verdes Fritos por primera vez.
Ya de mayor, en mis prácticas como cocinitas le cogí manía porque nunca conseguía que se pegara donde quería que se pegara y se rompiera por donde quisiera. Siempre se me pegaba a mí, y se desgarraba por donde le daba la gana. Mi excompañera de piso puede atestiguarlo.
Más tarde, y conociendo otras prácticas de bondage, le empecé a coger el sentido. El film de cocina es más barato que las cuerdas, es mucho más sencillo de usar (si no se enrolla no hay peligro de cortar la circulación, aunque hay que evitar usarlo en la cara, aunque hagas agujeros), y como es transparente se puede dejar la piel a la vista, a parte de que (como el látex) es aislante, pero si se usa con mesura puede ser una alternativa muy buena en verano (con un poco de creatividad a lo Kathy Bates te puedes hacer ropa interior muy sugerente). Pero siempre me ha recordado... bueno, ya lo veréis en la tira.
















